Probablemente ya habrás oído hablar de la brecha de género en la distribución del trabajo: además del trabajo remunerado, las mujeres dedican más tiempo que los hombres a la crianza de los hijos, a tareas de cuidado de familiares y tareas del hogar.
Desde hace algunos años, también se utiliza el término “mental load” (a veces también “cognitive load”), que en español se puede traducir como “carga mental” o “carga cognitiva”. El concepto de carga mental se refiere a todo el esfuerzo mental y carga que mantienen un hogar en funcionamiento, pero que no es físicamente visible.
¿La distribución del trabajo es realmente equitativo tanto para los hombres como para las mujeres?
Imagina una fiesta de cumpleaños de un niño y este lleva una tarta casera a la guardería. El padre compra los ingredientes y la madre prepara la tarta. Parece una distribución justa del trabajo, ¿no? Pero, ¿quién ha hecho la lista de la compra? ¿Quién comprobó de antemano si había en casa todos los ingredientes necesarios? ¿Quién se ha informado de las alergias de los otros niños en la guardería? ¿Quién ha comparado estas alergias con las preferencias del cumpleañero y ha elegido una receta adecuada? ¿Quién ha pensado siquiera en el hecho de que se acerca el cumpleaños del niño y hay que organizar un regalo para la guardería?
A simple vista, parece que la gestión de tareas es equitativa, pero esto se debe principalmente a que la lista de tareas pendientes que muchas mujeres tienen en la cabeza sigue siendo invisible.
Las mujeres cargan con la mayor parte de la carga mental
En las relaciones heterosexuales, son sobre todo las mujeres las que asumen estas tareas invisibles, como han demostrado estudios. En las relaciones del mismo sexo, la carga mental se reparte de forma mucho más equitativa. No sirve de nada que la pareja diga “¡Podrías habérmelo pedido!”, porque así no se distribuye la carga mental.
La mujer se convierte en la gerente del proyecto de toda la casa. Asume las responsabilidades domésticas, delega tareas y comprueba que se hayan completado. A diferencia de las gerentes de proyectos “reales”", también tiene que ocuparse de las tareas domésticas. Si dejaran de organizar y planificar, las consecuencias negativas no tardarían en aparecer: se olvidarían citas importantes con el médico, no se comprarían los regalos de cumpleaños, faltarían artículos esenciales del hogar, etc.
Aunque la carga mental es más evidente en las familias con hijos, también puede manifestarse en parejas sin hijos, en el entorno laboral o en el círculo de amigos.
Trabajo, ocio, relaciones: las consecuencias de la carga mental
La presión de la carga mental tiene grandes consecuencias. La energía se acaba y las múltiples cargas pueden impedir que las mujeres se decidan por una carrera profesional (exigente) o simplemente por un trabajo a tiempo completo.
La carga mental también puede repercutir en los salarios: la multitarea (multitasking) es un mito. La mayoría de las personas son incapaces de prestar la atención necesaria a dos tareas. ¿Qué repercusión tiene en la vida laboral que las mujeres tengan un montón de cosas pendientes en la cabeza de las que tienen que ocuparse? Esto les impide tener plena capacidad de concentración en su trabajo. También el tiempo libre también puede verse afectado: ¿quién puede relajarse cuando aún queda por organizar la próxima fiesta de cumpleaños infantil? Además, también suele quedar poca energía para mantener relaciones, afectando esto al bienestar social. En el peor de los casos, esta carga extra puede llevar al agotamiento mental, a un elevado estrés y a un malestar emocional.
Hay muchas formas de lograr una distribución justa de la carga mental. ¡Aquí te contamos algunas de ellas!
1. Crear conciencia
Precisamente porque la carga mental no es visible, es importante concienciar sobre el tema. Podrías enviarle a tu pareja algunos artículos sobre el tema. Cuando abordes el problema, debes dejar claro que no quieres compartir solo las tareas, sino también la responsabilidad. Lo mejor es tener preparados algunos ejemplos para ilustrarlo.
El siguiente paso es hacer un inventario preciso de todas las actividades visibles e invisibles relacionadas con la vida familiar y el ámbito doméstico. Asegúrate de anotarlo todo: no sólo consiste en hacer una tarta de cumpleaños, sino en elegir una receta, escribir la lista de la compra, etc. Piensa también en las cosas que no sueles hacer: la declaración de la renta, la ITV o cortar el césped. Anota quién es el responsable de cada cosa.
2. Hacer el balance
Repasa la lista. Antes de decidir una distribuición equitativa del trabajo, puedes hacerte las siguientes preguntas: ¿hay algo en especial en la lista que te guste hacer y que siempre quieras hacer? Tal vez al padre le encante comprar zapatos para los niños. Entonces, a partir de ahora, será el único responsable. Pero no sólo debe llevar a los niños a la zapatería, sino que también debe estar pendiente de cuándo es el momento de comprar zapatos nuevos. O, por el contrario, puede que esté harto de cortar el césped y su esposa quiera encargarse de esta tarea.
Si divides las tareas en áreas que son responsabilidad exclusiva de una persona, desaparecerán para siempre de la lista de tareas pendientes de tu pareja, y la carga mental y los niveles de estrés disminuirán.
Por supuesto, también hay varias tareas que a nadie le gusta hacer. Puedes plantearte subcontratarlas a un proveedor de servicios (por ejemplo, un servicio de reparto de comida), adquirir un ayudante electrónico (por ejemplo, un robot aspirador) o turnarte, por ejemplo, mensualmente.
También es posible que encuentres cosas en tu lista que puedas tachar por completo.
3. Compartir conocimientos
Si te vas de vacaciones o te pones enfermo, normalmente tendrás un sustituto en la oficina. Puede que no haga todo al 100 % como tú lo haces, pero conoce lo más importante. Deberías hacer exactamente lo mismo tanto en el ámbito laboral como en el ámbito familiar. Aunque cada uno tenga sus especialidades, la información importante debe estar al alcance de todos, por ejemplo, los datos de contacto del pediatra o los números de teléfono de los amigos más importantes.
Asegúrate de que los números de teléfono/direcciones de correo electrónico de ambos padres figuran en las listas de la guardería y el colegio. De esta forma, no afectará siempre al mismo progenitor si, por ejemplo, hay que ir a buscar al niño enfermo al colegio.
4. Huir del perfeccionismo, con hacerlo bien es suficiente
Todos tenemos nuestras propias ideas sobre cómo deben hacerse las cosas y seguro que ya has pensado “mejor lo hago yo”. Y una cosa está clara: como las madres normalmente pasan más tiempo con la casa con los niños pequeños, tienen más experiencia y son más experimentadas. Pero las madres tampoco han nacido sabiendo cuál es el abrigo infantil perfecto, sino que han investigado y aprendido con la experiencia.
Los padres pueden hacer lo mismo. Puede que no todo salga perfecto a la primera, pero ¿qué es lo peor que puede pasar? En la mayoría de los casos, lo peor no es tan dramático y si aprendes a dejarte llevar, reducirás tu sobrecarga mental y mejorarás tu salud mental. Lo siguiente se aplica a los padres: en caso de duda, pide consejo a un experto (la madre), pero luego hazlo tú mismo e insiste en ello.
5. Contar con herramientas digitales
Ya sea una lista de la compra compartida o un planificador de citas al que todos tengan acceso, al igual que en tu vida profesional, también puedes utilizar herramientas digitales en tu vida privada para facilitar la división de tareas compartidas.
6. Hacer revisiones periódicas
Seguramente estos cambios importantes no funcionen bien desde el principio y, efectivamente, habrá que hacer ajustes de vez en cuando. Por eso, debes planificar una revisión periódica para analizarlo todo. ¿Qué ha ido bien y qué se puede mejorar? ¿La carga mental está repartida equitativamente o hay que redistribuirla para alcanzar un bienestar físico y un bienestar emocional? ¿Olvidaste tareas cuando hiciste el primer balance o han surgido otras nuevas?
Conclusión
El concepto de “carga mental” resalta la carga invisible que muchas personas, la mayoría siendo mujeres, llevan en sus hogares, además de sus responsabilidades laborales. Este fenómeno puede afectar significativamente su bienestar y su capacidad para desarrollarse profesionalmente.
Reconocer y abordar la carga mental es esencial para lograr una distribución más equitativa de las tareas domésticas y familiares. A través de la concienciación, la colaboración y el uso de herramientas digitales, las personas pueden compartir la responsabilidad de manera más justa, reducir la carga mental y mejorar la calidad de vida de todos los involucrados.